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Duros conceptos de Bergoglio

 Bergoglio insistió en afirmar que el relativismo y el poder como ideología única son esas "locuras tan cotidianas que mienten y dañan". "El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias, homogeniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y principios. El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario, no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el 'cállese' o 'no te metas'", graficó.

Sostuvo, además, que "el poder como ideología única es otra mentira. Si los prejuicios ideológicos deforman la mirada sobre el prójimo y la sociedad según las propias seguridades y miedos, el poder hecho ideología única acentúa el foco persecutorio y prejuicioso de que 'todas las posturas son esquemas de poder' y 'todos buscan dominar sobre los otros'. De esta manera se erosiona la confianza social".

Tras interpelar sobre qué "nos lleva a ser cómplices, con nuestra indiferencia, de las manifestaciones de abandono y desprecio hacia los más débiles de la sociedad", lamentó que "parecería que el bien público y común poco importa mientras sintamos el 'ego' satisfecho".

"Nos escandalizamos cuando los medios muestran ciertas realidades sociales… pero luego volvemos al caparazón y nada nos mueve hacia esa consecuencia política que está llamada a ser la más alta expresión de la caridad. Los extremos débiles son descartados: los niños y los ancianos", alertó.
Bergoglio reiteró que "ya conocemos hacia donde nos llevan las pretensiones voraces de poder, la imposición de lo propio como absoluto y la denotación del que opina diferente: al adormecimiento de las conciencias y al abandono".

"Sólo la mística simple del mandamiento del amor, constante, humilde y sin pretensiones de vanidad pero con firmeza en sus convicciones y en su entrega a los demás podrá salvarnos", sentenció.

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